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Uno de los principales desafíos de proporcionar servicios como la traducción e interpretación de manera independiente es encontrar clientes y agencias de traducción confiables y con quienes nos sintamos a gusto trabajando. Nuestro objetivo siempre es conseguir clientes ideales, aquellos bien llamados ‘unicornio’, personas o empresas que saben lo que buscan; pagan completo, por adelantado y sin regatear; tienen plazos amplios o aceptan sin cuestionar los plazos de entrega que proponemos y, en general, valoran el trabajo que significa la traducción. Sin embargo, es común que, al hablar con cualquier colega que haya trabajado al menos seis meses en la industria, nos encontremos con diversas historias de horror sobre clientes o empresas con quienes no pudieron asegurar una comunicación clara (o de ningún otro tipo); que no respetaban las buenas prácticas profesionales; no pagaban a tiempo, lo justo o en absoluto o que incluso pretendían culparnos por errores que no cometimos. Si bien aprendemos de este tipo de experiencias, el mal sabor de boca permanece y el deseo de jamás habernos tropezado con ese cliente es difícil de ignorar.

Para protegernos contra estas malas experiencias, se ha hablado en algunos círculos profesionales sobre la creación y uso de listas negras de clientes y agencias de traducción. Aunque pueden ser una herramienta útil para la seguridad de colegas cuando, por experiencia compartida, se sabe que un cliente no es de fiar, algunas personas las consideran un sistema que se puede abusar y que incluso puede tener consecuencias legales si no se implementa con responsabilidad.

En esta ocasión exploraré las ventajas y desventajas de tener una lista negra y ofreceré alternativas útiles que nos ayudarán a asegurar la protección que necesitamos ante personas y prácticas inescrupulosas.

Primero, es importante definir lo que es una lista negra. Una lista negra en el contexto de la traducción es una herramienta utilizada por traductores o intérpretes independientes para identificar y registrar a aquellos clientes o agencias que han demostrado comportamientos problemáticos o poco éticos. Esta lista puede incluir los nombres e información de contacto de aquellas personas cuyas acciones han causado conflictos, incumplimientos contractuales, impagos o situaciones que ponen en riesgo la integridad del trabajo y la seguridad laboral de los profesionales. Las listas negras se establecen con el objetivo de proteger a traductores e intérpretes de futuras interacciones no deseadas o riesgos laborales, ya que previenen el contacto con clientes o agencias que se han identificado como difíciles o poco profesionales.

Las listas negras funcionan como una herramienta preventiva que se basa en el registro y filtrado de clientes o agencias que se han identificado como problemáticas. Aunque estas se crean solamente como respuesta a incidentes pasados, su propósito principal es prevenir futuros conflictos y proteger a profesionales de posibles situaciones adversas. Cuando un cliente o agencia muestra comportamientos inapropiados o actúa de manera poco ética, el traductor o intérprete registra estos incidentes en la lista negra y puede incluir detalles como el nombre del cliente, el tipo de problema ocurrido y la fecha del incidente. Por consiguiente, en el futuro, antes de iniciar un nuevo proyecto, las personas con acceso a la lista negra verifiquen si el potencial cliente se encuentra incluido en ella; de ser así, es cuestión del traductor si decide continuar con el proyecto o si, con base en las experiencias pasadas descritas, toma precauciones adicionales antes de aceptar.

El uso de listas negras puede ser un instrumento legítimo y efectivo para proteger a los profesionales ya que tiene muchas ventajas. En este contexto, su uso puede evitar la explotación y el abuso al ayudar a garantizar mejores entornos y situaciones laborales. Al identificar de manera temprana a agencias y clientes problemáticos, se reduce el riesgo de enfrentar situaciones desfavorables y los traductores se benefician de un ambiente de trabajo más positivo y profesional, lo que, a su vez, puede influir en la calidad del servicio brindado y su reputación, ya que los traductores se sienten más motivados y valorados. Además, si se identifica, por ejemplo, a agencias donde es usual promover condiciones laborales de explotación, como exigir constantemente una producción de trabajo por sobre el límite diario recomendado u ofrecer a los traductores tarifas que están por debajo del promedio local, se pueden publicar estas prácticas para prevenir el abuso de traductores, usualmente jóvenes, que buscan abrirse campo y ganar experiencia en la industria.

A pesar de que tener un registro de clientes y agencias que operan con malas prácticas parece buena idea en teoría, en la práctica, este método puede no ser ético ni está libre de problemas. Si no se manejan adecuadamente, su uso podría dar lugar a conflictos legales, por ejemplo, si algún cliente o agencia incluida en la lista negra considera que su reputación se ve afectada injustamente. Además, el manejo inapropiado de datos personales o información sensible podría violar regulaciones de privacidad y protección de datos. Asimismo, es importante tener en cuenta el proceso de inclusión de un nombre en la lista. Si este no es claro y transparente, los mismos traductores podrían quedar en desventaja al no saber las razones detrás de su inclusión y por esto rechazar oportunidades que pudieron haberlos beneficiado. Además, si clientes o agencias no saben que están incluidos en una lista negra o no comprenden las razones para figurar en la lista, no tienen la oportunidad de mejorar o corregir sus conductas problemáticas, puesto que las listas negras se basan en crear culpa y boicotear a ese cliente o negocio y no en educar sobre malas prácticas ni en buscar cambiarlas. Por último, las listas negras son susceptibles a un uso deshonesto, pues podrían ser mal utilizadas para difamar a competidores o para perseguir intereses personales. Si no se aplican criterios justos y objetivos, podría abrirse la puerta al abuso de esta herramienta para dañar la reputación de personas o empresas sin una justificación válida.

Según lo mencionado, aunque las listas negras son soluciones válidas, también presentan inconvenientes, por lo que pongo a consideración otras herramientas que se podrían preferir a la hora de abordar el problema, comenzando por las listas blancas. Estas son lo contrario a las listas negras, pues la inclusión de un cliente o agencia en ellas significa que han sido identificadas como confiables y profesionales. La ventaja de tener una lista blanca es que su creación no depende de haber tenido una mala experiencia, por lo que pueden ser una mejor guía para escoger clientes y agencias respetuosas. Al mismo tiempo, el uso de estas listas se puede complementar con la creación e implementación de contratos, acuerdos y términos de trabajo claros para su uso con clientes nuevos o que no han sido todavía incluidos en la lista blanca. Estos pueden proteger a los traductores de malentendidos o en casos en los que los clientes o agencias no tengan la intención de cumplir con sus obligaciones. Finalmente, una herramienta que no solo ayuda a los profesionales de la lengua sino también a clientes y agencias es la existencia de un sistema de evaluación y retroalimentación. Como mencionamos, las listas negras no cumplen un propósito de educar a clientes o agencias, por lo que contar con una herramienta que registre y comunique sus conductas inapropiadas puede ayudarlos a comprender mejor la industria e incluso motivarlos a mejorar. Asimismo, el tener una retroalimentación positiva, puede incentivarlos a mantener las buenas prácticas en futuras ocasiones.

Sea el enfoque que elijamos, debe ser una prioridad para nosotros como colegas protegernos entre todos para garantizar un ambiente laboral seguro y respetuoso, mejorar la calidad del servicio ofrecido y mantener la integridad de la industria. Esto es clave para asegurar una relación positiva con clientes y agencias, lo que contribuye a la retención y atracción de talento en el campo de la traducción. Se debe destacar que, si se quiere implementar una lista negra, es fundamental que tenga políticas claras, transparentes y justas, que garantice la protección de datos y que respete la privacidad de los clientes y traductores involucrados. Su uso debe ser considerado cuidadosamente y estar acompañado de políticas y procedimientos sólidos para evitar abusos o injusticias. En situaciones éticas, las listas negras pueden ser una herramienta legítima para proteger a los profesionales; sin embargo, también es recomendable acompañar su implementación con otros enfoques, como la comunicación abierta y la resolución de conflictos, para abordar problemas con clientes de manera constructiva. Por último, cabe recalcar la importancia de considerar alternativas para la protección de los traductores como las listas blancas o los sistemas de retroalimentación o calificación de clientes y agencias de traducción, ya que estas que no solo protegen a traductores e intérpretes, sino que contribuyen al mejoramiento de las condiciones laborales, puesto que educan a clientes y agencias sobre las buenas prácticas profesionales y ofrecen un sistema de recompensa que promueve la mejora continua.

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